
Praga (lidovky.cz) – Jiří Wiegl, economista, excanciller presidencial y actual director ejecutivo del “Instituto Václav Klaus” escribió un comentario con ese título en el número del pasado viernes del diario “Gaceta Popular”. Asegura que “avanza la descomposición del Estado, al Gobierno lo han reemplazado unos alcaldes soltados de la cadena y el daño a las relaciones con Rusia y China tienen un objetivo político”.
“Incansablemente asustamos con la amenaza de la Democracia y la supuesta amenaza del retornar al totaliratismo, sea esto desde lo interno o lo exterior. Y, al mismo tiempo, todo deja entrever que la tendencia dominante en nuestro país se convierte en la profundización de la anarquía, de la incapacidad de cualquier tipo de cooperación comprensible y de la irresponsabilidad total que campea en la escena política”, escribe Weigl.
Asegura también que “uno de los atributos clave de un Estado soberano es la capacidad de ejercer una Política Exterior que defienda sus intereses en la escena internacional”. “Es un hecho triste que nuestro Estado intentó una Política Exterior propia sólo durante los primeros veinte años de la existencia de Checoslovaquia. Fracasaron los esfuerzos de Edvard Beneš por anclar la existencia de la nueva República en la alianza con Francia y su marcada actividad al frente del Frente de Naciones previo a la Guerra. Checoslovaquia fue sacrificada por las potencias occidentales en un intento de llegar a un acuerdo de largo tiempo con Alemania. Falló incluso el plan de Benes de ser el puente entre el Este y Occidente. Las cartas del poder habían sido distribuidas hace rato y Stalin no estaba con ganas de negociar sobre nada”.
Weigl asegura en el párrafo siguiente que, “desde entonces y hasta ahora, nuestro país carece, de hecho, de su propia Política Exterior; ni siquiera la intenta tener”. Observa que lo que para los checos es “Política Exterior” no pasa de ser un educado o servicial seguimiento a lo que dicen o hacen los hegemones del momento en la región que ocupa el país. “Sin importar los intereses y necesidades reales del propio país”. Así, subraya que la “Política Exterior” sólo sirve a figuras individuales de la escena política para obtener apoyo exterior en las luchas internas, al tiempo que los intereses nacionales quedan tirados a un lado.
“Por ello es que tampoco se puede discutir públicamente sobre los intereses nacionales, eso no se puede, por que no lo permite la admiración del servilismo montado y la entrega ante unos aliados del momento y sus prioridades políticas. Esta característica generalizada cieramente que fue muy válida durante el período comunista, con su servilismo ciego hacia el hegemón soviético y arreciaron en el aceptar la doctrina sobre nuestra soberanía limitada, algo que aquí se practicó de hecho, por cuatro décadas”.
Weigl destaca el corto período de consenso nacional, después de noviembre de 1989, sobre la muy necesario de reorientar al Estado Checoslovaco hacia Occidente, algo que se defendió durante la década de los 90, “una era única e histórica de Libertad, particularmente en la Política Exterior, que, rápidamente, resbaló hacia la desafortunada atmósfera de la soberanía limitada. La cual, la mayoría permanente de nuestra representación política la considera algo normal y natural”.
Observa que hoy la diferencia es en los grupos que definen quién es el hegemón ante el cual los checos deban inclinarse. “Un multipolarismo del mundo actual complica la vida de la mayoría de los políticos checos. Tienen una sola ambición: caerles bien a la potencia más potencia y sacar de eso provecho en lo interno. El problema es que hoy no está claro quién es esa fuerza decisiva y quién lo será en el futuro”.
Reconoce Weigl que, sin duda, los EE.UU. siguen siendo los más fuertes, sólo que esa potencia le dedica cada vez menos interés a la región en la que está la Rep. Checa. Al tiempo que la UE se sumerge en un caos cada vez más fuerte y en la crisis. “Rusia se ha vuelto a poner en pie y el peso de China aumenta irreversiblemente. China entra como una superpotencia mundial. Pero, para nosotros la fuerza determinante la ha dado, desde hace tiempo, nuestro exitoso vecino: Alemania. La anterior temida amenaza hoy es un aliado, el cual ha empezado a aplicar, tanto al interior como el exterior, una política cada vez menos racional, con intenciones no claras”.