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Cuando viajes a la capital checa no te asustes si las sirenas antiaéreas de Praga no cesan de sonar, al igual que en el resto de poblaciones del país. Este sistema de advertencia tiene su origen en la Segunda Guerra Mundial cuando la Republica Checa todavía era Checoslovaquia. Estás estaban en todos los núcleos urbanos del país con el objetivo de alertar de un ataque aéreo. Para proteger a los ciudadanos avisándoles de un peligro inminente.
Su uso durante la Guerra Fría, sirvió para advertir a los ciudadanos de actividades que podrían poner en peligro la vida de los lugareños, como un terremoto o cualquier otro incidente que pusiera riesgo para los ciudadanos. Después de la Guerra Fría, advirtió en agosto de 2002 del peligro de las peores inundaciones del país de la historia. En las que se tuvo que evacuar a más de 50.000 personas del centro de Praga.
Unos días antes, el 9 de agosto del 2002, el Ministerio de Interior declaró que desde octubre del mismo año se realizaría una prueba mensual de las sirenas antiaéreas. De esta manera cada mes del año, en su primer miércoles a las 12 del mediodía suenan las sirenas durante algo más de dos minutos. Precedido de un mensaje de advertencia en checo y en inglés sobre la naturaleza de la emergencia o confirmando que solo fue una prueba.
Siendo el Centro de Operaciones e Información del Servicio de Bomberos de la Ciudad de Praga quien opera y mantiene el sistema de advertencia activando las sirenas de alarma.
Bombardeos de Praga al final de la IIª Guerra Mundial
El día y la hora elegidos para esta prueba de las sirenas antiaéreas de Praga esta relacionado con un triste suceso. El 14 de febrero de 1945 entre las 12:35 y las 12:40 las calles de Praga se convirtieron en un infierno. La unidad de pilotos estadounidenses del 398º Grupo de Bombarderos de la 8ª Fuerza Aérea americana lanzó 152 toneladas de bombas sobre Praga. Este acto dejo 701 muertos y 1184 heridos y dejando un paisaje desolador con unas 2.500 casas afectadas, de las cuales 68 quedaron absolutamente destruidas.
Una joven Dagmar Procházková experimentó el bombardeo a la edad de diecinueve años, mientras trabaja como contable en Karlovo Náměstí. Se salvó porque ese día no regresó a su casa en Střešovice para almorzar como de costumbre.
Uno de los sitios afectados por estos bombardeos en donde se encuentra la Casa que baila o Tančící dům, del arquitecto Frank Gehry, que se encuentra en Jiráskovo náměstí 1981/6, de la Ciudad Nueva.