Praga es una de las pocas ciudades en el mundo que aún emplea faroles de gas, sobre todo estos faroles tienen mucha importancia para la ciudad en la época de navidad, debido a la temporada litúrgica que comienza cuatro domingos antes de Navidad.
Ya que le da una atmosfera muy especial al camino real que pasa por el Puente de Carlos y las calles empedradas a lo largo de la Ruta Real, el jefe del gremio checo que se encargan de cuidar las lámparas de gas en la ciudad, Jan Žákovec un hombre que parece un gigante dijo.»Soy el farolero más alto del mundo, con 205 centímetros (6 pies 7 pulgadas), y mis colegas son los faroles más antiguos del mundo, con 75 años. No hay mucha competencia, porque solo hay faroles en Wrocław (Polonia), en Baden-Baden (Alemania) y en Zagreb (Croacia). Y yo soy el más alto «.
En 1723, la Ruta Real al Castillo de Praga estaba iluminada por 121 lámparas de aceite. Las primeras lámparas de gas aparecieron en 1847. Un siglo después, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, unas 9,000 estaban proyectando su mágico brillo azulado en las calles de la capital. Después de la guerra, fueron eliminados gradualmente, dando paso a la iluminación eléctrica.
El efecto simplemente no es el mismo, dice Jan Žákovec, vestido con un auténtico uniforme de farolero del siglo XIX con una elegante capa roja, cuyo trabajo durante todo el año dirige el Museo Nacional del Gas en Praga. y gracias a él una parte del puente conserva el romanticismo de antaňo